
Las remesas se han convertido en el principal sostén económico de millones de familias en Centroamérica y República Dominicana, al garantizar la alimentación, la educación, la salud y hasta el techo de los hogares que dependen de estos envíos desde el extranjero.
De acuerdo con la Secretaría Ejecutiva del Consejo Monetario Centroamericano (Secmca), estos flujos no solo superan en varios países el aporte de las exportaciones y la inversión extranjera directa, sino que representan un salvavidas para el consumo de los hogares, especialmente en contextos de crisis.
En El Salvador, por ejemplo, el 98.7% de las remesas se destina al consumo básico, mientras que en Honduras tres de cada cuatro dólares enviados se usan para manutención.
En República Dominicana, el Banco Central informó que entre enero y agosto de 2025 las remesas alcanzaron US$7,921 millones, un crecimiento de 11.4% frente al mismo período del año pasado. Solo en agosto entraron US$1,046.5 millones, cifra que supera por tercera vez en lo que va de año la barrera de los mil millones mensuales.
El efecto es inmediato: dinamizan el comercio, impulsan la construcción, financian estudios y tratamientos médicos, y permiten que los hogares enfrenten la inflación y la precariedad laboral.
La mayor parte proviene de la diáspora en Estados Unidos (80.4%), pero también llegan desde España, Italia y Suiza, lo que demuestra el vínculo directo y permanente entre los emigrantes y las familias que dejaron atrás.
Con una proyección de más de US$11,700 millones para cierre de 2025, las remesas no solo son divisas para la economía, sino también un ingreso vital que mantiene a flote a los sectores más vulnerables y sostiene el consumo diario de millones de hogares dominicanos.